Recientemente había compartido con ustedes amigas y amigos lectores, algunas reflexiones en torno a la inserción laboral, en las que básicamente les comenté que la transición del egresado de universidades públicas y privadas al mercado laboral, ha sido un proceso lleno de dificultades, riesgos y amenazas, que generan grandes desafíos para los recién graduados, en razón de cuatro factores que se identifican:
Primero, que los egresados no cuentan con la experiencia o práctica adecuada al puesto de trabajo. En este sentido el observatorio laboral Secretaría del Trabajo y Previsión Social y el Servicio Nacional de Empleo señala que hay un 95% de posibilidad de obtener un empleo al egresar de una carrera, si el graduado cuenta con experiencia laboral de por lo menos un año o más. En el caso de quienes carecen de experiencia, pueden tardar hasta un año en colocarse en un empleo.
La realidad es que muchas empresas ya no invierten en capacitación y contratan a los egresados con mayor experiencia y capacitación en el puesto vacante. En este sentido, no debemos de perder de vista que la experiencia en el campo laboral de los egresados permite conocer, si la propuesta curricular de la Institución de Educación Superior (IES) de que se trate, está acorde a las necesidades del mundo laboral, es decir, si cubre los requerimientos que los empleadores necesitan o si es necesario actualizar, reforzar, o transformar dicha propuesta del plan de estudio.
Ante este escenario, puedo afirmar categóricamente, que el modelo educativo actual de la UAGro es un proyecto unipersonal, de pensamiento único cuyo sustento ni corresponde a las necesidades de su contexto ni atiende los requerimientos que exige el mercado laboral.
En estas circunstancias difíciles, el egresado termina su carrera y obtiene su título universitario, sin embargo, esto no le garantiza que pueda obtener un empleo de inmediato, dada la situación que vive el país y los pocos puestos de trabajo que se generan.
En efecto, como un segundo factor que fomenta los riesgos y amenazas a la inserción laboral es la baja oferta ocupacional que ofrece el mercado laboral y para ser más preciso en nuestro estado de guerrero no se han realizado gestiones de gran impacto para garantizar las condiciones de empleabilidad a nuestros jóvenes egresados por el gobierno y empresarios. Lo peor de esta situación es que no han surgido políticas públicas para atender esta problemática, aun a pesar de que se ha visto recientemente cierta mejoría en el sector productivo y la economía luego de los descalabros sufridos por la pandemia de COVID-19.
Como tercer elemento que no debería de ser minimizado por ninguna Institución de Educación Superior (IES) y que podría traer grandes cambios en los procesos de trabajo o en la forma de como desempeñar una profesión a muy corto tiempo, es la gran amenaza que representa a las presentes y futuras generaciones de profesionistas, la aparición y puesta en marcha de las herramientas y aplicaciones basadas en la inteligencia artificial (IA) que han comenzado a transformar el mundo del empleo y de acuerdo a organismos internacionales como Foro Económico Mundial, considera que para el 2025, estarían en riesgo de desaparecer 85 millones de empleos, pero habría la posibilidad de crear 97 millones de nuevos puestos de trabajo teniendo como base el uso de la robótica y la Inteligencia Artificial (IA).
EL cuarto factor que nos sirve como elemento de análisis en este tema de la inserción laboral, es la revisión que podemos hacer a lo que nos ofrece el mercado laboral. Y es que como les había compartido con anterioridad, en este aspecto no hay mucho que ofrecer, hay poco margen de maniobra dirían los especialistas, ya que estudios recientes señalan que los recién graduados se enfrentan a un esquema de bajos salarios y nulas prestaciones, con pocas posibilidades de desarrollo y un alto margen de desigualdades sociales y económicas, que pone en entre dicho esa frase que ha circulado en la UAGro de que “la educación iguala socialmente”, una verdadera falacia.
En efecto, diversos organismos de profesionistas y defensores de derechos laborales han denunciado que los jóvenes que obtienen un trabajo, no cuentan con prestaciones, y esto los imposibilita de tener acceso a los servicios de salud, a la protección de los medios de subsistencia y a los servicios sociales necesarios para el bienestar individual y colectivo.
Lo que ofrece el mercado laboral son salarios altos y bajos de acuerdo a ciertas profesiones y en este sentido, el portal “imagen en dinero” al que hace referencia el observatorio laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) y del Servicio Nacional de Empleo (SNE), con respecto a las tendencias del empleo de profesionistas, indica que el área de Ciencias Biológicas percibe los ingresos más elevados con un promedio de 13 mil 812 pesos mensuales, le sigue el área de Arquitectura, Urbanismo y Diseño con 13 mil 549 pesos y en tercer lugar se encuentra el área de las ingenierías con 12 mil 283 pesos.
Por el contrario, este portal señala que las áreas de humanidades, es decir, las profesiones de literatura, economía, historia y arte (música, plásticas, danza, pintura o escultura), antropología, lingüística, comunicación y la sociología, entre otras, tienen los ingresos más bajos con un promedio de 10 mil 365, Artes con 9 mil 768 pesos y Educación con 9 mil 540 pesos.
En este contexto, la mayoría de profesionistas son del área de las ciencias sociales, sin embargo, se observa una tendencia ascendente de ofertas de trabajo en el mercado laboral hacia las ciencias exactas que es donde se encuentran los mejores salarios. Aunado a esta problemática, existe una sobreoferta de abogados, administradores, contadores, comunicólogos, sociólogos, diseñadores, publicistas, pero las empresas que crean nuevos puestos de trabajo buscan farmacobiólogos, químicos farmacéuticos, físicos matemáticos y actuarios, además de ingenieros.
A modo de conclusión y quizá con estas afirmaciones que me permito precisar, genere un debate a futuro y tenga que sustentar con más elementos este tema en cuestión, pero los resultados están palpables y a la vista de todos, es decir, la problemática de inserción laboral, por lo menos en nuestro estado de guerrero, genera grandes dudas sobre la eficiencia de la inversión en materia de educación, ni siquiera se puede justificar esta gran ola de construcciones que se hicieron de nuevos edificios a lo largo y ancho de nuestro estado, así como la creación de nuevas carreras que desde el 2013 se ha implementado en la UAGro.
Lo peor está por venir, si no se toman decisiones inmediatas y acertadas para corregir las causas que originan la falta de conocimientos y experiencias de nuestros egresados para ocupar un puesto de trabajo, el riesgo de desilusiones masivas está latente para las actuales y próximas generaciones, ya que la introducción de formación por competencias en el proceso educativo no ha dado los resultados esperados a la llamada “universidad de calidad con inclusión social”, es decir, no ha sido respuesta inmediata a la necesidad de alinear la formación profesional con el mundo laboral, ya que se observa una débil acumulación de experiencia laboral de los egresados y esto ha incidido significativamente de forma negativa para el ingreso de futuros profesionistas al mercado laboral.
Comentarios y sugerencias: juliocesarcj@gmail.com
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